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Muere María de Jesús en la CAPU, tras años de esperar a sus hijos

Murió sentada en la sala de espera de la CAPU, esperando a quienes nunca regresaron.

Doña María de Jesús Mundo, una mujer de 80 años de edad, falleció en la noche del jueves en la terminal de autobuses de Puebla, donde vivió durante los últimos tres años con la esperanza de que sus hijos volvieran por ella.

La historia de la abuelita Marichuy, como le llamaban con cariño quienes frecuentaban la central camionera, ha conmovido durante los últimos años a miles de poblanos. Su figura frágil, de cabello blanco y cuerpo encorvado, se convirtió en parte de la imagen cotidiana en la sala de espera, pero su presencia era más que una anécdota, era la viva imagen del abandono, de la esperanza y del amor incondicional de una madre.

Una de sus hijas le prometió que regresaría por ella, y ante el miedo de no estar allí cuando eso sucediera, decidió permanecer en la terminal. Nunca se fue, nunca se rindió. Su hogar se volvió una banca de aluminio, su refugio un sarape sobre las piernas, un suéter delgado y un chaleco para enfrentar las noches frías. La acompañaban una Coca-Cola, algo de comida, pañales y cartones que le daban algunos pasajeros y trabajadores de la CAPU.

“Sé que vendrán por mí, aquí deben encontrarme”, decía con convicción cada vez que alguien le preguntaba por qué no buscaba otro lugar para vivir. Esa fe fue su motor… hasta que su cuerpo ya no pudo más. Esta noche, su corazón también se cansó de esperar, mencionó en alguna entrevista

 

De acuerdo con el reporte preliminar, falleció por causas naturales. La zona fue acordonada con cintas amarillas por la Policía Auxiliar mientras se esperaba la llegada de peritos de la Fiscalía General del Estado para realizar el levantamiento del cuerpo.

Su historia 

Doña María de Jesús era originaria de Tehuacán y madre de tres hijos: Víctor Manuel, quien aparentemente vive en Estados Unidos, y dos hijas, Marina Guadalupe y Alma, quienes estarían radicando en Cuautlancingo, Puebla. Su historia comenzó a circular en redes sociales desde 2022. Medios de comunicación difundieron su caso, pero nunca hubo respuesta ni de su familia ni de alguna autoridad. En entrevistas reiteró que esperaría a su familia, pues no tenía casa y que su única certeza era esa promesa pendiente “que volverían por ella”

Este jueves, esa esperanza también murió. En una sala fría y gris, rodeada de extraños que sí la quisieron, doña María de Jesús cerró los ojos para siempre.

Estos últimos años, son el retrato crudo del abandono, pero también del amor que una madre es capaz de sostener incluso en soledad. Dio todo, esperó todo y sólo cibió el silencio.

Una mujer que partió de este mundo con el corazón roto, en el olvido de quienes una vez cuidó y a quienes les dio la vida. Hoy quienes la conocieron lloran su partida. Y quienes no, hoy sienten que Marichuy les enseñó una lección profunda, que el amor verdadero no siempre es correspondido, pero aún así se brinda hasta el último suspiro.