De Hidalgo al Tec Puebla: Michelle, la alumna que transforma su historia con excelencia y resiliencia
Duerme cinco horas al día, entrena box y danza, cocina sus propios alimentos, se mantiene económicamente de forma independiente y aún así mantiene un promedio de 94 en la mejor universidad privada del país.
Michelle Hernández Brito tiene 18 años, estudia el segundo semestre en el Tecnológico de Monterrey campus Puebla, y representa lo que significa verdaderamente la excelencia académica.
Originaria de Cañada de Madero, Hidalgo, Michelle es la primera persona de su familia en ingresar a la universidad.
A través del programa Líderes del Mañana, logró una beca del 100% para estudiar en la institución número uno de educación privada en México.
Hoy, su historia será compartida en el evento Excelencia Académica, como ejemplo de determinación, disciplina y visión transformadora.
Una vida independiente, una rutina imparable Desde las 5 de la mañana hasta pasada la medianoche, Michelle organiza su día con precisión.
Asiste a clases, entrena danza árabe, salsa y box, participa en cursos de finanzas y liderazgo, y encuentra tiempo para mantener su hogar limpio, alimentarse de forma saludable y hablar con su familia por videollamada. “Hay días que entreno tres disciplinas seguidas, salgo de clases y sigo con actividades del programa Líderes del Mañana. Me canso, sí, pero todo esto lo hago con gusto”, comenta Michelle, quien también forma parte de programas nacionales como Chavos que inspiran y Aspire Leaders Program, asociado a Harvard.
En su comunidad, las oportunidades educativas eran limitadas. Su familia se ha dedicado por generaciones a la agricultura y ganadería.
“Soy la primera en llegar a la universidad. Eso me impulsa a seguir creciendo y a demostrar que sí se puede”, afirma.
Estudiar, servir y construir un propósito Desde pequeña, Michelle mostró interés por los números y la programación.
Hoy se encamina hacia una doble titulación en Finanzas e Inteligencia de Negocios. Además, ha desarrollado proyectos sociales para acompañar a adultos mayores en su comunidad, y actualmente trabaja en una iniciativa que ayuda a otras personas a descubrir su propósito de vida como detonante de acción social.
“Creo que no basta con tener buenas calificaciones. Quiero inspirar a otros a crecer, a creer que sus sueños son posibles y que pueden convertirse en oportunidades reales”, reflexiona.
En un país donde muy pocos estudiantes foráneos logran mantenerse completamente por su cuenta, Michelle ha encontrado la forma de equilibrar su rendimiento académico con estabilidad emocional y salud física.
Su historia es ejemplo de que la excelencia académica no se mide solo en cifras, sino en carácter. Y en el marco del evento que reconoce a los mejores promedios del campus, Michelle se convierte en la voz de quienes luchan todos los días por transformar su realidad.