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#Reportaje. El estrés de vivir en espera de ser adoptado (VIDEOS)

REPORTAJE

Abel Cuapa

Josafath y Noé González Barroso, son dos jóvenes que tuvieron que esperar varios años para que una familia los quisiera adoptar.

Desde muy pequeños ingresaron a la Casa de la niñez poblana del sistema estatal DIF, por situaciones de violencia intrafamiliar.

Con el paso de los años fueron creciendo y se trasladaron a la Casa del Adolescente, donde ambos estaban a la espera de que alguien los quisiera para ser parte de su núcleo familiar.

A la fecha, existen más de 20 niños, niñas y adolescentes en ambos centros de asistencia, quienes llegaron a esos lugares por diversas circunstancias, pero tienen la ilusión de que algún día sientan el cariño de una mamá o papá.

Antes de los 12 años, los niños y niñas tienen que pasar de la Casa de la niñez al sitio de la Adolescencia y permanecer ahí hasta máximo los 18 años.

Josafath, quien cuenta ya con 18 años, narró que desde los 15 ya sentía ese estrés de que no iba a ser adoptado, por lo tanto, tenía que prepararse para salir del sitio.

“Buscar un empleo o un lugar a donde estar, dónde dormir y comer, un sitio bien ubicado”, comentó.

Recordó que en su antigua casa, un día llegaron unas personas para salvaguardarlos y llevarlos a la casa de la niñez.

“Mi instancia fue tranquila, me enfoqué en estar apoyando en lo que me pedían”, expresó.

Igual que él, su hermano Noé, menor de edad, también se encontraba en la Casa del adolescente y en espera de encontrar un mejor futuro.

 

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Para ambos un milagro llegó.

Desde hace tres años, una pareja se interesó en adoptar, y aunque primero se enfocaron en un niño o niña, el tiempo los llevó a unos hermanos adolescentes.

Miguel González Peregrina y Leonardo Barroso García, son la pareja que dese hace tres años conviven ahora con sus hijos adoptivos.

Recordaron que desde hace 6 años aproximadamente comenzaron con el proceso de adopción, aunque se atrasó debido a la pandemia del Covid.

“Después nos llamaron que había un par de hermanos adolescentes, cuando nos conocimos, sí hubo química desde el primer encuentro y se fueron dando bien las cosas con los dos hermanitos y entre nosotros”, señalaron.

Reiteraron que en un principio su rango de edad era entre 6 o 7 años, pero después ampliaron sus rangos de edad, por lo que decidieron adoptar a Josafath y Noé.

“Sucedió que llegaron estos chamacos y en las convivencias estuvo todo bien. Al principio sí fue difícil, la adaptación, los cambios, las rutinas nuestras como las de ellos”, refirieron.

Ahora con su experiencia, ambos papás comentaron que el adoptar es una vivencia “muy bonita, difícil, pero muy satisfactoria”.

En este contexto, Josafath, quien a la fecha estudia la preparatoria, rememoró que en su adolescencia fue adoptado por dos queridas personas que hoy en día lo acompañan y lo han aportado en su vida. 

“Fue un paso muy grande, no sabía cómo convivir con una familia, se me hizo difícil el cambio, pero ahora estudio en la prepa. Yo les digo a todos a que no se rindan, que sí se puede lograr el propósito de seguir la vida y lograr tus metas”.

Difícil que adopten a adolescentes

La jefa del departamento de adopciones del sistema estatal DIF, Cecilia Bonilla Martínez, explicó que cuando un adolescente ya está por cumplir los 18 años, tiene que salir de la Casa del Adolescente, por lo que se le busca una red de apoyo.

“Buscamos si tienen tíos o algunos familiares que no sean directos, pero que se puedan hacer cargo o apoyarlos. Si no, el sistema les da vivienda o una beca para estudios por un tiempo determinado”, informó.

Admitió que las parejas buscan en su mayoría adoptar a unos niños o niñas y no se enfocan por adolescentes.

“Luego dicen, es que los niños grandes ya vienen mañosos, no los puede hacer uno a su modo, pero yo les digo, cuando usted tuvo a su pareja, hombre o mujer, se creó en otra familia, tiene una vida distinta a la suya y qué fue que se enamorara de él o ella, es el amor”, resaltó.